Sigo tomando Niño sandía y escuchando "Buonanotte fiorellino" de Francesco de Gregori. Una y otra vez sin parar. Y sudando como un cerdo.
Tras ver el desfile militar me metí en el modesto pero querido Hotel de Villas del Boulevard Saint Marcel donde paso cincuenta y pico días (que no noches) al año. Para mí sigue siendo un milagro que después de fregar platos o bajar camas en un tren te den una habitación en París. Y allí pude terminar la lectura de "El avión de madera que logró dar media vuelta al mundo" de Quim Aranda. Del que después de leer con gran gusto y buscar material por internet me he enterado que es un libro semifamoso pero creo que no lo suficiente. Literatura chup, chup, fuego lento, buen caldo. Impagables los momentos de espera de la tía de Brasil en el Prat, el niño con diarrea en el tren camino de Andalucía...El libro que recuerda a aquellos que lo olvidaron que España fue el tercer mundo (para mí nunca llegó al primero pero esa es otra historia) pero es muchas más cosas. Una novela redonda que ha provocado que Quim Aranda sea elegido como nuevo talento FNAC. Creo que este libro no tiene toda la fama que merece, pero en fin.
Por otro lado, tenemos "Nocilla dream" de Fernández Mallo. Libro famosísimo que los lectores de prensa nos encontrabamos por todos lados. Así que me hice con un ejemplar y fui a que el muy amable y atento Fernández Mallo me lo dedicara. El problema es que no entendí una palabra del libro, como me pasa con el videoarte. Lo terminé con sentimiento de culpa y de ignorancia, ¿debería de volver a empezarlo?,¿puedo pasar a otra cosa? Fernández Mallo en su dedicatoria me dice que no me pierda "Nocilla experience", pero claro primero tendré que releer "Nocilla dream".
Estos dos libros tan distintos pero tan necesarios son el número 7 y número 6 de Candaya-narrativa de la editorial Candaya dirigida por Olga Martínez y Paco Robles. También tienen la muy interesante página Sololiteratura.com . La editorial Candaya, según parece, toma su nombre de ese reino fantástico al que se dirigen, montados en Clavileño, Don Quijote y Sancho para acabar con los hechizos diabólicos del gigante Malambruno. Esta es una editorial independiente y arriesgada. No como otras, que si no existieran sus autores publicarían en Planeta y aqui no ha pasado nada.
Tras la lectura, llegó la siesta y durante la siesta el hombre de la guadaña entró por mi balcón del Boulevard Saint Marcel para decirme que existe. Se sentó a mi lado y me hizo una pequeña caricia: me hinchó, paralizó e insensibilizó media cara y cuello. Sin decir nada se marchó ¡Ahora sé que existes hombre de la guadaña, te esperaré escuchando "Buonanotte fiorellino"!
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