martes, 18 de mayo de 2010

Papas arrugás (en Barramón)


Vikas Swarup (1963)


Acabamos de llegar a Barramón después de asistir a la presentación, en familia, de Seis sospechosos de Vikas Swarup. La presentación fue la extraordinaria Casa Àsia (Diagonal, 373). Eramos menos de treinta para sorpresa de la directora de Casa Àsia, Menene Gras. Parece que Swarup no reconoció a Jorge Herralde y éste se levantó a saludarle. Nula sintonía entre autor y editor...
Un asistente tosía tres veces por minuto. Un viejo y una joven hablaban en el mismo tono de voz que Vikas Swarup. Y otro abría y cerraba cremalleras constantemente detrás de mí. Un día leí un artículo en ABCD de Salman Rushdie hablando pestes de la película Slumdog millionaire y de paso del libro. Estos pequeños piques siempre son divertidos.
Quizá Swarup no sea un genio pero ¿Quiere ser millonario? no estaba nada mal para pasar el rato. Y conseguir eso no es sencillo en mi opinión.
Y comiéndonos unas papas arrugás en Barramón y mientras suena Plug in Baby de Muse sale el tema...
He expuesto tus mentiras, bebé. En el fondo no es gran sorpresa...
Ahora nos dicen que ya no somos ricos como creíamos...Es fácil decirlo ahora pero yo siempre tuve claro que España no era un país del primer mundo en sentido estricto y trataba de explicárselo a aquél que quisiera escucharme. Nunca me sentí parte de un país rico. Parece que Zapatero sí que lo creía...
Cuando era niño miraba un mapa de un atlas. Era un libro de los años setenta de mi hermana. España, Grecia, Portugal, Argentina y algún otro país aparecíamos del mismo color...países en vías de desarrollo. Siempre me sentí parte de ese grupo porque el día a día se encargaba de demostrarme donde vivía (burocracia, ineficacia, impuntualidad). Se puede ver que las cosas no cambian tanto, ni tan rápido como algunos quieren.
Quieren tomar medidas para salvarnos. Pero yo siempre he tenido claro que para que haya ricos tiene que haber pobres (o al menos es lo que la historia demuestra). Y si una masa importante de brasileños, rusos, turcos, indios y chinos son más ricos, alguien tiene que pagar esto. Y me parece evidente que no tienen que pagarlo los bancos. Esto lo tienen que pagar los asalariados. A poder ser asalariados de países mediterráneos.
No os preocupéis, si vivimos algunas décadas veremos el hundimiento de alguno de estos países que crecen hoy cerca de los dos dígitos.
A veces, en prensa veo que algunos autores hablan de sus libros de autoayuda. Imaginemos que funcionaran. Y viviéramos en un mundo sin deprimidos, todos con gran autoestima, todos luchando “porque yo soy y sé más que tú (mensaje básico implícito de los libros de la autoayuda)”. Menudo infierno.
Pues respecto los países es lo mismo. Algunos nos tenemos que hundir para que otros salgan a flote. Pero aquí nos pasamos el día rompiéndonos los cuernos (reforma laboral y demás...) para evitar lo inevitable: la lenta catástrofe.
Yo recomiendo sentarnos a ver (vaso de vino en mano) este hermoso país en decadencia. La decadencia es bella. Prefiero un país elegantemente decadente a uno asquerosamente nuevo rico (véase la asquerosa y garrula España de los años ochenta).
Porque España actualmente decrece paradójicamente con la masa de población más culta de su historia. Para mí es una prueba de que la educación no garantiza nada (ni felicidad, ni dinero).
Ahora algunos descubren que no somos tan distintos de los italianos (curiosamente muchos italianos también están convencidos de que España funciona mejor).
Los fachas han echado legalmente a Garzón. Le damos el Príncipe de Asturias al escultor Richard Serra (aquel tipo al que le perdimos una escultura de treinta toneladas). A Carlos Fabra le toca la lotería todos los años...
¡Otra de papas arrugas!

lunes, 3 de mayo de 2010

Dry Martini (en Boadas)




Libro firmado por Javier Marías.

Boadas estaba repleto en Sant Jordi. Pero logré tomarme un Dry Martini mientras me fumaba un Dunhill Top Leaf. Un auténtico pelotazo. Consumir la vida placenteramente. Realmente me hacía falta. Llegué a Boadas escuchando “Tiempo al tiempo” de Fito Páez.
Una cosa muy extraña me está sucediendo. Peso diez kilos menos, he conseguido correr diez kilómetros en cuarenta y cinco minutos. Aparentemente me siento mejor que nunca y eso que he cumplido treinta y tres años. Y paralelamente a esta extraña circunstancia vital observo la vida desde la muerte. Paseo por grandes paseos y veo esos espacios enormes con grandes edificios sin mí. Sin mí para siempre. Será cosa de la edad o de otras circunstancias que ahora mismo no vienen al caso. Es hermoso ver como todo sigue igual sin ti. Nada se para. La gente corre de aquí para allá y tú lo observas y un día ya no lo puedes ver pero no importa. Mi insignificancia me produce felicidad.
Esa extraña obsesión mía por pasar desapercibido que en el fondo es lo más sencillo. Menos es más. Preferir lo pequeño a lo grande...Y no me refiero a mi pene que es normal y sino (mujeres del mundo): ¡Comprobadlo!
Y los edificios gigantes te miran y otro día ya no te miran porque ya te fuiste.

El otro día fue Sant Jordi. Y aproveché para que Javier Marías y Enrique Vila-Matas me firmaran sus respectivos libros. Estos dos autores son los que se salvaran de la quema del tiempo. Se salvarán porque Latinoamérica los salvará. Sino tiempo al tiempo. Yo salvaría a Juan José Millás pero Latinoamérica no parece dispuesta a hacer esta concesión por desgracia.
La cosa es que los vi muy viejos y como muertos vivos. Me parecía que observaban la vida desde la muerte, en su caso, por razones biológicas y creativas más justificadas que en el mío (simple mortal que observa pasar la vida).
En el año 93 o 94 yo hice una clasificación. Escritores viejos: Camilo José Cela, Miguel Delibes, Gonzalo Torrente-Ballester. Escritores maduros: Manolo Vázquez-Montalbán, Juan Marsé. Escritores jóvenes: Enrique Vila-Matas, Javier Marías.
De la lista de viejos y maduros todos están muertos excepto Juan Marsé.
Los que yo denominaba jóvenes y, por cierto, en mi opinión guapos ahora los veo como viejos decrépitos.
En esos años yo compraba el Ajoblanco y me sentía un adolescente raro y especial, entre otras cosas por comprar el Ajoblanco de Pepe Ribas. Recuerdo que en 1992 Javier Marías publicó “Corazón tan blanco” que fue un zambombazo enorme. Y yo pensaba este tío es un triunfador guapo, seductor, joven y buen escritor. Seguro que se acuesta con cuantas mujeres desea. En 1993 Enrique Vila-Matas publicó “Hijos sin hijos”. Era un escritor minoritario pero prestigioso. Y yo también lo veía guapo, seductor, joven y buen escritor. Recuerdo observarle desde la distancia ese Sant Jordi y el tipo se fue antes de la hora porque no firmaba ni un libro.
La cuestión es que han pasado diecisiete o dieciocho años y mis dos ídolos de juventud ahora resulta que son los Cela, Delibes y Torrente-Ballester de los tiempos actuales. Sino lo veo no lo creo.
Me fui contento con mis dos libros firmados, paseando por calles que cualquier día no me verán pasear (puede pasar un mes o cincuenta años da igual). Melancolía, tristeza, pereza, belleza... ¿Primavera?