lunes, 26 de abril de 2010

Café con leche (en el Bar Serra)


Una de mis fotos favoritas: Juan Antonio Samaranch y Rodolfo Martín Villa.


Tomándome un café con leche en el bar Serra. Haciendo tiempo. Escuchando a Amalia Rodrigues en mi ipod y leyendo prensa que me lleva a los nervios ¿Por qué pierdo tanto tiempo leyendo periódicos que me enervan en formato de papel? No lo sé pero no me canso. No podría vivir sin ellos. Leer para reafirmarme en mis teorías absurdas, en vez de leer libros que esperan para cuestionarme en mi mesita de noche, en fin...
Siempre he sostenido que España es un país extraño, con una extraña forma de vida. No es un país occidental en el sentido estricto de la palabra. España es otra cosa. Dos circunstancias que han sucedido estos días sólo hacen que reafirmarme en mi teoría.
Marruecos no pretende ser occidente, ni Rusia, ni Turquía. Pero aquí nos empeñamos en creernos occidentales. Más desde 1986 ¿Si estamos en la Unión Europea cómo no vamos a ser occidentales? Pues no tiene nada que ver, señores. Y a las pruebas me remito.
En occidente pasan cosas raras, muchas, pero definitivamente no tantas como en España.
Creo que nos iría mejor viéndonos como lo que somos: un país distinto, injusto y por eso más divertido, deformado al gusto de los poderosos descontrolados, locos. No nos debería de sorprender. La historia de personajes como Garzón y Samaranch son un buen ejemplo.
1)El caso Garzón. Según Pérez Esquivel España debería de echarse a la calle para defenderle. Este tío no tiene ni puta idea ¿Se supone que yo tengo que salir a defender a aquél que se echó encima del PSOE cuando vio que no tenía nada que rascar en política? Garzón se veía sucesor de Felipe y futuro presidente. Felipe lo ninguneó y lo menosprecio. Y Garzón juró venganza. Esto es un hecho. Garzón usó en los noventa a la justicia y hoy la ultraderecha utiliza a la justicia contra Garzón. La diferencia existe pero no es tanta. Siempre he tenido mis dudas sobre la moral de Garzón ¿Hasta que punto el sufre por las víctimas de la dictadura chilena? Me parece una persona fría, calculadora y con un afán de protagonismo que espanta. La justicia en España se usa de una manera escandalosa de un lado y de otro a un nivel que en cualquier país occidental no sucede.
2)La muerte de ese simpático falangista que fue Juan Antonio Samaranch. Se ha muerto este tío al que yo odiaba profundamente. Y se ha muerto en la cama. Y la prensa nos lo muestra como un buenazo que nos dio unos Juegos Olímpicos. El trajo un negociazo de especulación cojonudo para algunos, el famoso pelotazo. Imaginemos que un nazi hubiera conseguido una Olimpiada para Frankfurt...en fin. Leo el ABC y El País y todos nos lo muestran como un buen tío y tal y tal. Me pongo de los nervios pero hay que estar templado ¿De qué me sorprendo? España no es occidente y ya está. El domingo Manel Estiarte publicó un artículo de pelotilla en El País ¡Qué asco! En fin, todo parece indicar que este facha amigo de Maragall y Pujol pasará a la historia encima...¡Como buena persona! Hay que joderse. Llenar los bolsillos de media España ayuda a quedar como un buenazo. Esto es una prueba de que la historia en España se escribe como le sale de los huevos a ciertas personas, la realidad poco importa. Nunca olvidaré cuando en una entrevista con José María García contaba que había departido con Reagan, Bush padre, Clinton... “Ellos pasan y yo sigo”. Flipé con el ego de este tío. “Ellos pasan y yo sigo”, o sea, que ése era su rollo mantenerse en el poder cueste lo que cueste y guardarse un huequecillo en la historia como buen facha que era. Sólo me consuela que de aquí unos años ya nadie se acordará de Samaranch. Creo que la historia le guardará un espacio cada día un poco más pequeño (menos mal), al menos, habrá fracasado en su proyecto final.

sábado, 10 de abril de 2010

Tres desayunos (en vuelos de Qatar Airways)


Ana M. Briongos (1946)

Un avión de Qatar Airways.

Jafar Panahi(1960).

Desayunar tres veces en el avión pone a prueba el estómago de cualquiera. Digamos que en mi vida civil más o menos controlo lo que como. Pero subo a un avión y, cual perro, me como toda la comida, normalmente malísima, que me echan.
Así pues el pasado 17 de marzo desayuné 3 veces debido a mi injusta deportación de Irán (Doha-Teherán, Teherán-Doha, Doha-Estambul). Cuando llegué a Estambul entre la compresión del aire y los tres desayunos creí que iba a parir y quería pedir la epidural.
En definitiva, como deportado de Irán soy una víctima del gobierno de Ahmadinejad como el cineasta Jafar Panahi (detenido desde el 2 de marzo). Pero nadie se acuerda de mí (es broma).
Cuando le conté mi experiencia a Ana M. Briongos flipaba:
-Vaya chasco el que te llevaste. ¡Como es posible! Pensándolo bien: todo es posible en Irán especialmente tratándose del visado.
Ana M. Briongos está probablemente entre las diez personas que más saben de Irán en España. Vivió diez años entre Irán y Afganistán. Fue estudiante en la universidad de Teherán. Y tiene en su haber algunos libros ciertamente interesantes (Un invierno en Kandahar, Negro sobre negro, La cueva de Alí Babá). Además es una persona de una generosidad inaudita.

Querría explicar aquí que fui deportado, injustamente, por las autoridades iraníes. Es muy sencillo. Ellos ponen unas normas y yo me limité a cumplirlas. En teoría, si pretendes estar menos de una semana y vas a llegar a Teherán (IMM) no necesitas ir con visado. Necesitas un billete de salida que demuestre que vas a estar menos de una semana y cincuenta euricos. Pero los tipos me pedían un número pin que sólo un hotel o un amigo de allí puede conseguir (requisito que no escriben entre los requisitos si vas a estar menos de una semana). Teniendo en cuenta que internet funciona irregularmente y que los hoteles no contestaron mis mensajes y que tampoco podía hacer una reserva con visa o mastercard pues en fin...Además la pésima agencia semioficial IránSara de Madrid a la que llamé diez veces jamás contestó mis llamadas. Aprovecho para cagarme en IránSara que, por cierto, tiene una página web que recuerda las páginas de 1996.
Después de charlar con dos funcionarios, el tercero me repitió las mismas preguntas.
-¿Qué vienes a hacer aquí?
-Turismo.
-¿Eres periodista?
-No.
-¿Qué ciudades pretendes visitar?
-Teherán, Shiraz, Isfahan.
-¿Vienes solo?
-Sí.
-¿Tienes reserva de hotel?
-Tengo esta lista de hoteles que no aceptan visa, ni contestan mis emails...
-Lo siento, pero no vas a pasar.
-Entonces, ¿me quedo a vivir aquí una semana?
-No...te devolvemos.
-Pero, ¿no puedo hablar con algún hotel desde aquí?
-No.
Y el tipo se fue. Todo muy correcto pero evitando el diálogo. Me senté, pensando que debería de pasar un día o algo así en el aeropuerto de Teherán.
Dos horas después apareció corriendo una azafata de Qatarairways. Y entonces el educado funcionario cambió su actitud y le pegó un broncazo de padre y muy señor mío a la azafata. Por cierto, las azafatas de Qatarairways son las que están más buenas creo que en el mundo mundial.
La hermosa azafata calló y bajó la cabeza. Supongo que decidió pagarlo conmigo y tratarme con un perro. Como cuando te echan la comida.
-Te han deportado ¡Vamos! ¡Vamos, rápido!
Cada vez que la muy guarra me decía que fuera más rápido yo iba más lento.
-¡Rápido, qué el vuelo está esperando!
Y yo no decía nada pero iba más despacio.
-¡Ay! ¡Me he olvidado el móvil!
Y la muy guarra se fue corriendo mientras yo la miraba con mirada asesina.
-Firma tu deportación, rápido.
-¡Un momento!Tendré que leerlo ¿No crees?
-Es un tramite, firma.
Y allí fue cuando me acojoné, por desgracia. Yo no quería firmar mi injusta deportación. Pero mi ignorancia me impedía saber que hubiera sido de mí sino firmaba esa estafa. Pero claro, he descubierto que yo no soy Gandhi ni Aminatou Haidar y lo que me apetecía, como de costumbre, es salvar el culo en las situaciones mínimamente complicadas.
Y me metieron en un avión repleto (destino Doha) que no dejaron salir hasta mi llegada. La gente me miraba. Finalmente salimos con dos horas y media de retraso. Y de paso, retrasé la salida de todas las conexiones desde Doha de QatarAirways. Parece que el broncazo que le cayó al manager de Qatarairways de Estambul hizo historia.
-¿Sabes que tienes que hacer cuando te deportan?-me preguntó un azafato
-No.
-Vale. Pues cuando lleguemos a Doha tú deberás esperar sentado a que todo el mundo salga y entonces uno de nosotros te acompañará fuera.
-Bueno.
Me sentaron al lado de una azafata iraní de Qatarairways que viajaba sin servicio. Una chica muy maja que se había criado en Canadá y actualmente vivía en Qatar. Me dijo que por mi pésimo acento en inglés pensaba que yo era griego. Me preguntó si pensaba volver algún día a Irán (je). Y me contó como existe el Telebotellón en Teherán. Yo sólo he visto Telebotellón en Murcia pero parece que es algo internacional.
En teoría, en Irán no puedes beber alcohol pero parece que su padre llamaba por teléfono y le llevaban cerveza o güisqui a su casa.
También aproveché para hablar con su hermano que me comentó que según su opinión los fanáticos religiosos en Irán no llegan al veinte por ciento. Ese veinte por ciento parece que tiene acojonado a un ochenta por ciento laico. Algo así como si ETA gobernara el País Vasco.
Esperé a que saliera todo el mundo y me acompañaron al exterior.
-¡Qué vaya bien por Madrid!- me dijo con la mejor de sus sonrisas una azafata cuando me entregó a un policía qatarí y a un empleado de tierra de Qatarairways.
-¿Cómo? ¿Me mandáis a Madrid?
-Sí, sí, a Madrid- reafirmó el empleado de tierra morenico que me dijo que era una cagada de Qatarairways Estambul y que les reclamara.
-Bueno- respondí, realmente me la sudaba ya.
Pasé por manos de otros empleados y policías y me enchufaron en un vuelo obviamente retrasado a Estambul (la ciudad desde la que volé a Doha).
En Estambul me esperaba un policía turco, el manager de Qatarairways Estambul y un asistente para gestionar el fin de mi deportación.
Llegué a Estambul realmente hinchado tras la ingesta de tres desayunos.
-Buenos días señor -me dijo el manager de Qatarairways en Estambul.
-Buenos días.
-Aquí le traigo la factura de 405 dólares de su vuelo de deportación.
-¿Cómo?
-La factura de su vuelo, por favor, déme la tarjeta.
-No pienso pagar, además te voy a reclamar.
-Sí, sí, después reclamas. Pero tienes que pagar. Lo he tenido que pagar yo y yo tengo hijos, señor.
-No lleves esto por el camino de la vida personal porque yo no lo hago.
-Y sino es por el camino personal, ¿cómo la hago? Tienes que pagar.
-Mira, a mí en Doha me han dicho que es tu culpa. Es sencillo, arréglate con ellos. O si quieres hablo con tu jefe o...¡yo qué sé!
Al tipo le cambió la cara, tampoco quiso que hablara con su jefe. Al fin, tras unas gestiones quedé libre en Estambul.
¡Libre en Estambul! ¡Libre en Estambul buscando un lavabo para sacarme de encima los tres desayunos de Qatarairways!