sábado, 12 de diciembre de 2009

Prosciutto culatello (en Peck)


Peck.
Mientras me acerco a la tienda Peck de Milán y escucho Mi semilla voy pensando que tengo 32 años y me acuerdo bastante bien de 1984 (hace exactamente veinticinco años). Pienso que no me sorprendería demasiado que España en el 2034 tenga problemas (yo tendré, si vivo, 57 años). Problemas serios: que no haya insulina y vendas en los hospitales, que se deban mensualidades a funcionarios, que el FMI tome las riendas del estado... Tampoco me sorprendería que España sea una potencia tecnológica y esta crisis brutal sirva para algo. Que seamos un ejemplo de como actuar ante el peor de los escenarios. Y empecemos a robar cerebros indios, malayos, coreanos...Y nos convirtamos en la Finlandia del sur.
Faltan veinticinco años. Cualquiera de las dos situaciones es posible. Pero no hay duda de que la España de 2034 no se parecerá a la de 2009, como la de 2009 no se parece a la de 1984.
También es posible que las dos realidades que acabo de imaginar coexistan en espacio y tiempo y simplemente al posar los ojos en una de las realidades la otra desaparezca...se convierta en invisible para nosotros. La teleportación de los estados cuánticos es un hecho. Un austríaco mandó un rayo de luz (conjunto de fotones) a 600 metros de distancia. Demostrado está que hay micropartículas que aparecen y desaparecen...¿Dónde van a parar durante el período que desaparecen? A una realidad paralela a la nuestra, especulan.
¿Cómo es posible que un átomo coexista en dos espacios a la vez? Pues los físicos cuánticos dicen que así es. De este micromundo podemos deducir (acertada o erróneamente) que el mundo en el que vivimos es sólo una parte de la realidad que aceptamos como verdad absoluta.
Un día de mediados de los ochenta salí del apartamento de mis padres con mi hermano que tenía entonces unos doce años. Mi padre nos esperaba en el coche. Nos acercábamos al coche y, de repente, mi hermano señalando la parte trasera del coche gritó:
-¿Qué hago allí?
Es decir, mi hermano se vio en el interior del coche. Parece que se confundió a si mismo con mi hermana, así se zanjó el tema entonces. La historia que en su momento parecía absurda me ha venido ahora a la mente.
Imaginemos que el ser humano tuviera la capacidad de recordar parte de su futuro como recuerda parte de su pasado, ese simple hecho cambiaría el mundo.
Yo hace años que espero que alguien haga una película sin raccord alguno porque eso podría resumir, quizá, la totalidad de la realidad. Que la falta de continuidad sea el motivo de la película. Quizá el supuesto caos sea el orden y simplemente la falta de costumbre hace que lo veamos como caos.
Porque la realidad existe pero es posible que coexista con otra realidad, por eso mi hermano se vio en el interior del coche (quizá es un poco exagerado esto). En eso anda Juan Ignacio Cirac en el instituto Max Planck, ojalá consiga que una cabra ibérica aparezca y desaparezca de nuestra realidad como las micropartículas, pero claro eso ya no sería física cuántica.
Las tiendas de comida me ponen en un estado de excitación porque yo me lo llevaría todo a casa. Supongo que a otras les pasa lo mismo en las tiendas de ropa. Este local milanés es de mis favoritos y es más que nada por mirar lo que hay allí. Porque comprar compro poco.
Peck fue inaugurado en 1883 por el checo Franz Peck. Actualmente la gestionan cuatro hermanos de la familia Stoppani. Hay de todo y de lo mejor. Los famosos Peccati de Peck: tartufo bianco, foie gras, caviar Beluga, jamón de Jabugo, prosciutto culatello (el mejor jamón después del ibérico bellota), sottoli e sottaceti (conservas finas), pesti, formaggi (queso), torrone, pralines, cioccolato, biscotti, pasticceria, liquori e destillati. El presupuesto es limitado y opto por comprar (en este universo) un poco de prosciutto culatello. En un universo paralelo me pillé caviar Beluga. Un día asistí a un debate entre un español y un italiano. Uno decía que el jamón de bellota era el mejor, el otro que el prosciutto culatello. Al final era un debate absurdo porque ninguno había probado el jamón del otro.
Creo ser objetivo si digo que el jamón de bellota me parece mejor a este excelente prosciutto culatello.
Y vuelvo a caminar pensando cosas que se me escapan y que comprendo mal.

1 comentario:

Anónimo dijo...

bravo!